INTRODUCCIÓN
La
multimedia, por su poder estimulante, fácilmente conduce a la impresión de ser
un asunto de ejecución, de habilidades y destrezas, sin embargo, no es del todo
así. Es verdad que puede ejecutarse con el dominio del software adecuado, o
incluso de manera intuitiva, pero el resultado no dejaría de ser mera
inspiración, en cuyo caso se alejaría de lo que la multimedia implica: la elaboración
de un plan o proyecto. En otras palabras, la multimedia no es inspiración sino
diseño. Como tal, debe apoyarse en la claridad de su concepción, actividad que
es eminentemente teorética y que se expresa en sus conceptos.
El diseño de la multimedia se apoya en el
bagaje teórico-disciplinario que la conforma, de ahí que su dominio, criterios
y gusto, no pueden darse sin acudir a concepciones teóricas, varias de ellas
compartidas con el arte, de modo que puede afirmarse, si se permite la expresión,
que hay un arte de la multimedia para la que es fundamental el concepto.
Los conceptos, como parte de los principios,
son elementos primeros y fundantes que sostienen cualquier propuesta de diseño
multimedia consciente.
Por su
naturaleza son formales y permiten dar forma o estructurar la concepción de la
propuesta de proyecto, que se complementa con el contenido específico que
demande el proyecto en cuestión, independientemente del contexto en que se
presente: el diseño gráfico, la comunicación, el arte.
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